Cuántas veces hemos empezado a realizar algo que nos apasionaba, una actividad que se nos desarrollaba como personas o que prometía aportarnos libertad económica. Quizá en demasiadas ocasiones hemos luchado para encontrarnos, para ser felices, para ser libres, tuvimos una idea en la que confiamos y luchamos para llevarla a cabo. Esto es lo que se llama ser emprendedor, tener ideas innovadoras y luchar para que se conviertan en una realidad, lo cual reportaría beneficios tanto económicos como de satisfacción personal a aquel que lo logre.
Lo malo cuando alguien tiene una idea es que la confianza e ilusión que deposita en ella al principio, termina desapareciendo con el paso del tiempo, debido a que se alarga más de lo que se esperaba en un principio la consecución de lo esperado y debido también a los obstáculos que van apareciendo en el camino. Terminamos perdiendo la motivación y empuje inicial, y cambiamos estos sentimientos tan gratificantes por el de frustración y desesperación.
Hay muchos proyectos, sean del tipo que sea, creación de una empresa, escribir un libro, pintar un cuadro… que necesitan de reajustes según va pasando el tiempo. Al comienzo de cada proyecto es recomendable realizar un plan de acción, en el que figure el momento de partida, es decir como está ahora el proyecto, los recursos con los que cuentas; los pasos que debes dar para ir aproximándote a tu objetivo y finalmente el plazo para la consecución de aquello que vas a realizar. En todo esto debemos marcarnos unos periodos de tiempo sensatos, que nos dejen ir dando pasos sin agobios y sin la consiguiente sensación de desmotivación. Además, estos periodos siempre son ampliable a las circunstancias, sólo deben ser una guía, pero una guía que no te asfixie, sino que te empuje a seguir adelante y, gracias a la cual también puedas ir celebrando los cambios o metas propuestas para los primeros periodos de tiempo.
Al igual que con el tiempo que tenías previsto en un principio para desarrollar aquello que quieres, también pasa que aparecen obstáculos en el camino, que debemos agarrar como un reto propio de la acción que estamos realizando y no como un freno para aquello que deseábamos. Cierto es que cuantos más retos nos encontremos, mayor va a ser el tiempo que empleemos en conseguir el resultado final. Pero una vez que has empezado a caminar, termina el paseo, no cedas ante la adversidad, ya que cueste lo que cueste, siendo perseverante se conseguirá aquello en lo que te enfoques. Los retos muchas veces están ahí para ponernos a prueba y para que veamos lo capaces que somos de enfrentarnos a ellos y seguir firmemente en nuestra decisión de emprender aquello que nos hemos propuesto.
Lo importante es que aquel que está encaminándose hacía su meta no desista y siga confiando en sí mismo, pese a la adversidad.